¿Qué significa que un tratamiento cuenta con evidencia científica?
En el cotidiano de la clínica, las decisiones sobre técnicas y tratamientos a utilizar son tomadas teniendo en cuenta la condición del paciente y la información sobre eficacia y seguridad de procedimientos. Para saber si un tratamiento es eficaz o no, así como para saber si es seguro o no y en qué trastornos ha sido estudiado, es necesario recurrir a la evidencia científica.
La ciencia evoluciona de manera dinámica y la construcción del conocimiento científico pasa por diferentes fases, de las etapas exploratorias iniciales a datos bien establecidos, revisándose continuamente. Para afirmar que un tratamiento es eficaz, la ciencia utiliza métodos específicos, recurriendo a los estudios controlados como forma de evitar que los resultados estén sesgados, ya que son muchos los factores que pueden influir.
En los estudios controlados se comparan diferentes condiciones de tratamiento. Normalmente se compara un grupo de personas que recibe un tratamiento con otro grupo que recibe un tratamiento distinto o que no recibe ningún tratamiento. Los estudios controlados más estrictos distribuyen los sujetos entre grupos aleatoriamente: son los llamados estudios aleatorizados (o randomizados) controlados.
La comunidad científica considera que un tratamiento tiene cierta evidencia cuando existe al menos un estudio bien controlado y bien diseñado en el que se observa un efecto significativo, con una dimensión que estadísticamente se considera relevante. Así, es cuando existen varios estudios bien controlados en los que se observa un tamaño de efecto significativo que podemos empezar a afirmar que un tratamiento cuenta con evidencia científica (tanto positiva cuanto negativa) y puede considerarse un tratamiento de elección.
La acumulación de estudios realizados en diferentes lugares, por diferentes equipos de investigación y con diferentes grupos de personas puede señalar tendencias que permiten establecer criterios. Los metanálisis y las revisiones sistemáticas permiten recoger el volumen de evidencia de un determinado tipo de tratamiento en determinado campo, y como el proceso de acumulación de datos es dinámico, los metanálisis y las revisiones más recientes son los más relevantes.
Las Guías de Tratamiento Basadas en Evidencia o las Guías de Buenas Prácticas Clínicas suelen recoger la información de que un determinado tratamiento cuenta con evidencia científica para aplicación en un trastorno determinado y en qué grado. Así, esas guías revisan periódicamente la evidencia científica disponible que cumple los criterios de rigor necesarios y definen los tratamientos recomendados.
Actualmente se considera como criterio metodológico registrar los ensayos clínicos y los trabajos de revisión y metanálisis antes de su realización. El objetivo es favorecer la transparencia de los estudios, garantizar el empleo de metodología científica adecuada y evitar la duplicación de artículos. Existen diferentes bases de datos para registro de ensayos clínicos y trabajos de revisión:
National Institut of Health (NHI)
Registro Europeo de Ensayos Clínicos
Red de Registros de Japón (JPRN)
Australia y Nueva Zelanda (ANZCTR)
PROSPERO (Prospective Register of Systematic Reviews)
Investigación y evidencia en Realidad Virtual
La investigación sobre el uso de la Realidad Virtual en interfaz con la Psicología cuenta con más de tres décadas de estudios sobre su eficacia en diferentes trastornos mentales y psicológicos, empezando con los trabajos pioneros de Schneider, en 1982, para el tratamiento del miedo a las alturas.
Dado que se trata de un campo joven y en el que cada día surgen nuevos recursos innovadores basados en tecnología, no existe aún consenso sobre las mejores formas de desarrollar tratamientos y evaluar su eficacia, siendo necesario un marco tanto para la investigación empírica como para la interpretación de los resultados relatados en la literatura, incluyendo modelos psicológicos que permitan comprender esos efectos.
La Sociedad Española de Realidad Virtual y Psicología (RVPSI) busca contribuir de forma activa para las buenas prácticas tanto en investigación como en la clínica para que la Psicología pueda incorporar la Realidad Virtual como una herramienta útil para las personas que buscan tratamiento psicológico.